miércoles, 24 de julio de 2013

Una negación


A veces, uno cae en el error de pensar que el fútbol es para titanes. Para esos jugadores deflagrantes, tras los que la tierra parece que se abre. A veces, uno observa este deporte de choques de berrendos y aúlla, rebuscando en lo más primario. Contempla la estampida, la exuberancia del trote, y aplaude como pidiendo que se vuelvan a embestir. A veces, uno se emborracha de ese fútbol que no es táctico, ni técnico, sino adrenalínico, de cabalgata de valquirias. A veces, la chispa se pierde entre tanto pectoral que revienta costuras.
A veces, al fútbol hay que jugar con tres mediocentros y patapum para arriba. Menos tocar el violín y más aporrear la batería. Que no se escape un pase por hacer una filigrana de más. El jugador sangra y se arrodilla ante la mancuerna, que los delgados y los bajitos no son sino descastados. A veces, al fútbol se le mete ébano y se le quita samba, que las bicicletas solo son para el verano. A veces, lo más importante es dejar la portería a cero.
A veces, en Canarias se ponen tristes si llueve. Qué llevará el gofio, que los que lo toman luego parece que juegan en punto muerto. A veces, el peor enemigo de la magia son las rodillas. A veces, de Arguineguín sale solo fútbol lánguido, de recién levantado. A veces, por allá abajo, el brío está como prohibido.
A veces, los futbolistas son demasiado mayores para seguir jugando. La intensidad de hoy requiere de pulmones jóvenes y piernas poco remendadas. A veces, los campos de barro no están hechos para los que juegan con mocasines. A veces, no hay guapo que redondee esos balones del demonio, que parecen lanzados con tirachinas. A veces, uno prefiere el cinismo del correr a la honestidad del jugar.
A veces, el fútbol a los treinta y siete años es solo para físicos privilegiados. Es imposible pisarla con parsimonia en un juego donde ahora prima el vaivén y los defensas que van a la yugular. Si pides pausa, te desollan. A veces, el romanticismo parece que lo desguazaron.
A veces, es imposible que uno no se salga de la baldosa. Y más en un derbi. A veces, es imposible dar el pase después de que la pelota se te enrede en los tobillos.
Pero luego aparece Valerón y lo niega todo.

lunes, 22 de julio de 2013

Paquito Ortiz, el gran capitán

 - Paquito Ortiz, posa ante una escena navideña de la capital grancanaria, este miércoles (C. Torres)
Paquito Ortiz Rivas
Cree de manera errónea Paquito Ortiz (12 de agosto de 1969) que su sombra se alejó de la UD Las Palmas once temporadas después de jugar su último encuentro de amarillo (16 de junio de 2001, contra el Rayo) y veinte de su debut en el equipo de sus amores (2 de septiembre de 1992, frente al Arguineguín en competición de Copa del Rey). Porque la semilla de su conducta ejemplar y solidaria, la que vieron en filiales
aquellos que ahora gobiernan el vestuario del equipo, germinó y echó raíces. Hay mucho de Paquito en esta nueva UD Las Palmas, mucho de codo a codo y renacer ante la adversidad. Por eso, el capitán de los noventa, sigue más cerca de lo que él mismo considera, a pesar de que durante 2012 se nos marchó hasta Arabia Saudí donde en los tres próximos años tiene un duro trabajo que acometer como responsable técnico de aquella Federación.

Paquito presenta la estampa de un jugador a sus 43 agostos ya cumplidos. Y, además, siente la ilusión de un privilegiado al poder ir a realizar su trabajo y conocer una nueva sociedad, otra cultura que enriquece su ser.
Paquito en la sede de la Federación saudí, en Ryadh
"Tenemos mucho que hacer en Arabia", apunta. "El país es inmenso, cuatro veces España, y los futbolistas a los que hemos de preparar están dispersos. Tenemos además un jefe enfermo de pasión por este deporte (López Caro) que nos insta a acometer una labor de mejora en todas las selecciones. No tenemos objetivos concretos: mejorar cada día es nuestra exclusiva. Ahora añadimos captación. Él nos dice que si existen buenos jugadores en el país, que estén capacitados para acceder a la selección, tenemos que encontrarlos donde quiera que estén. No es tarea fácil porque allí el fútbol no es como lo conocemos en España".

Ortiz es un profesional armado de paciencia y comprende que "estamos obligados a realizar algunos cambios para que Arabia Saudí vuelva a tener el nivel que disfrutó hace algunos años, cuando era uno de los países dominantes en Asia. Hemos de superar varias barreras", concreta. "Como puede ser que la idea actual de que la base sea exclusivamente integrada por jugadores saudíes o que los futbolistas empiecen a competir con 13 años de edad; es un razonamiento que está relacionado con la cultura del país pero que nos supone una desventaja por la tardanza en llegar a la formación de los jugadores. Este es un trabajo que lleva tiempo, por supuesto, y los resultados no pueden tener un carácter inmediato".
Durante años Paquito conservó una promesa de antiguos dirigentes de la UD Las Palmas para, una vez colgara las botas, quedar vinculado a la entidad amarilla en algunas de las funciones técnicas o en la preparación física. Sin embargo "comprendo que el club entró en una dinámica de cambios que afectaron a aquellos acuerdos; las personas se fueron y con ellas también lo pactado.
Me habría gustado; en cambio gané la posibilidad de acudir a proyectos tan ricos a nivel humano como en el que estoy actualmente. Yo lo que quería en realidad era poder jugar con mi equipo de siempre en Primera División. No quería llegar a los 300 partidos o tener un contrato millonario. Mi deseo se cumplió y, a partir de ahí, decidí vivir experiencias fuera del país. Por eso elegí primero Escocia (Raith Rovers)".

Paquito en su etapa en Primera
De inmediato el eterno capitán nos introduce en su mundo amarillo y azul. Confirma que tras despedida de la UD Las Palmas renunció a dos ofertas de Hércules y Elche para seguir en España porque "como digo había alcanzado mis sueños". Paquito es una rara avis en el fútbol actual; de esos que soñaban con jugar con un solo escudo y una sola camiseta. Y eso que sus comienzos fueron titubeantes, incluso cuando era jugador del CD Maspalomas. "Un día me dijo Paco Castellano, que era mi entrenador en el Maspalomas, que estuviera atento porque me iban a llamar de la Unión Deportiva. Estaba algo sorprendido porque nunca destaqué en mis equipos ni me imaginaba jugando en un club como Las Palmas".
Sin embargo aquella oportunidad le llegó empezando en Segunda División B y a las órdenes de Álvaro Pérez Domínguez. "Quedé impresionado del nivel que había entonces en el equipo. Verona y Rafa eran dos jugadores impresionantes. Me costó entrar al principio y me cambió mi papel en el terreno de juego".
Con el colombiano René Higuita en tierra saudí
Porque Paquito llegó a la UD Las Palmas precedido de varios detalles técnicos de interés; uno de ellos se refería a su condición de especialista en los lanzamientos de faltas. Cuando le recordamos este apéndice de su curriculum se echa a reír. "Pero es que en Las Palmas todo era diferente. Fui a tirar mi primera falta en un partido y en aquel momento, alrededor del balón, estaban Pedro Luis -que empujaba a los demás para lanzar él-, Verona, Socorro y hasta Dragan Skocic. Todos se preparaban para el lanzamiento. Y me dije: ¿a dónde vas?. En adelante fue siempre igual y, aunque alguna vez lancé, nunca marqué gol así con la Unión Deportiva".

Ese gesto sencillo era un botón de muestra de la personalidad de Paquito, siempre al servicio del grupo y en pos del lucimiento de un compañero. Se integró en aquella su primera temporada en un equipo que deleitaba porque "aunque estuvimos en Segunda B, Las Palmas hizo un fútbol muy bonito esa temporada, con la mayoría de sus jugadores canarios. Solamente estaba en la plantilla Dragan y más tarde Enrique Cuxart, que vino para la segunda vuelta y liguilla". Ortiz tiene una alta consideración sobre el juego de aquel ‘tractor amarillo' del 92 que "posiblemente fue el más vistoso de mi etapa. Aunque sería injusto si no recordara algunos momentos con Iñaki Sáez y también la temporada de García Remón, donde el equipo hizo una gran campaña sin el premio del ascenso".

Pasado este tiempo, el capitán tiene claro que el final de la liguilla contra Alavés, Salamanca y Baracaldo supuso "mi mayor decepción profesional. Se habían creado muchas expectativas y nadie estaba preparado para que el equipo se quedara aquel año sin el ascenso, máxime por el espectáculo previo que había mostrado. Cuando digo nadie me refiero a la plantilla, a la afición, al consejo de administración y a la propia prensa. Fue el palo más duro de todos".
Sin embargo "he de confesar que me siento muy orgulloso de haber peleado durante cuatro temporadas en Segunda B, luchando por el retorno del equipo. Me siento orgulloso de volver a levantarme cada temporada y empezar de nuevo hasta conseguirlo. Por ello, mi mayor alegría profesional fue el desenlace del partido de Elche (1996), más incluso que subir a la Primera División. Aquel ascenso fue no sólo un éxito deportivo y una reclamación popular. Se convirtió en una liberación emocional de toda una plantilla de jugadores, en su mayoría canarios, que habían sufrido durante cuatro temporadas el destierro. A ellos se unieron futbolistas como Eleder -que acabó con un pómulo hinchado en el partido-, Asier, Espejo, Eloy, Ángel, Toni, ... y no quiero olvidar a ninguno, que se integraron de pleno entre nosotros y lo sintieron como si hubiesen estado en el club desde el principio. Fue una alegría muy inmensa la que sentimos aquellos días".
La formación del ascenso de 1996, frente al Elche: Socorro, Eleder, Espejo, Manolo, Toni y Ángel (de pie), Eloy, Asier, Jaume, Orlando y Paquito (agachados)

A la par, en su consideración personal como éxitos puntuales, valora Paquito la llegada del equipo hasta las semifinales de la Copa del Rey frente al Barcelona. "Hicimos cosas importantes contra el Valencia y el Español. Fueron emociones especiales. En todas las temporadas hubo momentos bonitos y otros desagradables, pero me quedo con esas tandas de penalties en el Heliodoro, cuando eliminamos al Tenerife, y más tarde en Valencia. En ambas participé y acerté. El día de Valencia, además, le hice dos goles a Zubizarreta porque el primero del 0-2 fue mío. Luego, ya saben: la gran jugada de Orlandito. Pero en la tanda de penalties, cuando me tocó el turno, iba caminando desde el centro del campo pensando que Zubi tenía fama de no parar ninguno y que ese día me lo iba a detener a mí. Por ello decidí lanzar fuerte, lo hice casi con un resbalón; y fue imparable. Anotamos los cinco lanzamientos aquel día. La alegría del vestuario aún la tengo presente".
"Siempre recuerdo que llegué al club en la peor época de su historia, después de haber descendido a Segunda B. Pero me tocó disfrutar la remontada completa", comenta. No fue, sin embargo, un ascenso completo el de 2000 con Sergio Kresic porque unos días antes su padre había fallecido. "Fue una alegría muy triste para mí; de hecho pedí permiso al club para no acudir a las celebraciones porque no estaba con ánimo para ello".
Paquito había remado desde el primer día, desde 1992 a 2000, para llevar a Las Palmas a la Primera División. Sin embargo, no fue hombre en el que Sergio Kresic depositara la confianza que sí le habían otorgado otros entrenadores. "Pero no le guardo rencor, por supuesto. Tenía sus ideas y funcionaban; hay que respetar los criterios de los entrenadores. Yo estaba en la plantilla para sumar", puntualiza. "Se puede ayudar muchísimo desde dentro y entendí que ese era mi cometido aquel año. No me cogía de sorpresa lo ocurrido".
Le ponemos en un compromiso cuando le interrogamos por el entrenador que más rendimiento pudo haber obtenido de sus facultades. "Es que ni yo mismo sabía de qué jugaba. Menos de delantero centro hice de todo en la Unión Deportiva. Llegué como media punta, pasé a un extremo, luego en el pivote, más tarde como lateral derecho y acabé un día jugando de portero, contra el Leganés".
Sin embargo, admite que "'Alvaro Pérez me sacó muchísimo rendimiento, me otorgó varios cometidos a lo largo de la temporada y lograba adaptarme bien". Más adelante también comenta que "Pacuco Rosales acertó a encontrar mi mejor posición en el campo, actuando por la banda", mientras relata que "cuando llegó Iñaki Sáez me pasó un hecho curioso: Separó a los jugadores por sus demarcaciones y yo me quedé con los centrocampistas. Y él me dijo que debía ir con los defensas".

Paquito, con el portero italiano Walter Zenga, en Arabia Saudí
Pero el momento de mayor realce en ataque lo encontró con Mariano García Remón en el banquillo porque "me daba libertad a meterme por dentro buscando posiciones para rematar o acompañar. En aquella temporada era muy fácil para mí hacerlo ya que tenía a mi espalda a Manuel Pablo. Y eso era una garantía porque con él siempre teníamos tiempo para recuperar la posición. Disfruté muchísimo jugando al fútbol ese año teniendo un guardaespaldas perfecto".

Paquito repasa sus actuaciones personales y encuentra un factor común contra un mismo adversario, el Alavés, aquel Glorioso club que le había amargado en las liguillas de 1993 y 1994. "¿Mis mejores partidos?. Cuando le ganamos 4-0 al Alavés, el día del célebre gol del Turu sentado. Venían de eliminar al Real Madrid en la Copa y a nosotros nos salió un partidazo, con jugadas muy bonitas, goles y ocasiones. El otro encuentro con el Alavés que tuve una actuación muy buena fue el día del debut de Samways, cuando lo expulsaron a los diez minutos (por agresión a Serrano). Tuvimos que multiplicarnos para empatar el partido. Ese día hice un gol de esos con un chut desde fuera del área. Fue una gran satisfacción puntuar en aquellas condiciones".
Siente Paquito una admiración personal a "Orlando Suárez", al que considera el mejor jugador con el que ha compartido equipo. "Es el futbolista más inteligente que he visto. Lo tenía todo a pesar de que no era rápido, pero jugaba de espaldas a la portería como nadie y todos los que estaban a su alrededor se convertían mejores futbolistas. El Turu Flores se aprovechó muchísimo de su trabajo, porque era otro deportista con mucha inteligencia en el terreno de juego. A Orlando no le hemos valorado como merecía".
Detalla Ortiz también al jugador foráneo que le marcó entre todos aquellos a los que conoció de amarillo: "El inglés, sin duda, era extraordinario. Además me tocó conservar una gran relación con él, que aún perdura. En el campo Samways demostró una gran valía profesional, con una sabiduría excepcional y una entrega a la camiseta que era ejemplar. Cuando viví en Escocia comprendí su temperamento y su manera de interpretar el fútbol. Él no entendía por qué cada vez que iba al club a solucionar algo le decían que volviera mañana. No puedo olvidarme", añade, "del Turu. El día que vino nos dejó a todos asombrados. Lanzó faltas primero con la pierna derecha, todas precisas y con contundencia. Luego se fue al lado opuesto y las lanzó igual con la izquierda. Deslumbró a la plantilla desde el primer momento. Tenía muchas virtudes como delantero. Parecía que no llegaba a los balones pero marcaba desde todos las posiciones, con cualquier tipo de remate. Fue un placer jugar con él y con otros a los que ahora no estoy nombrando".
"Y dime: ¿es tan rápido Thievy?". Paquito tiene que informarse también. El diez de enero puso rumbo a su destino profesional con sus pensamientos en amarillo. 2013 es apasionante para él y, desde la distancia, quizá también pueda celebrar eso que de vez en cuando se convierte en el apoteosis para los grancanarios. "Espero poder verlo. Hasta ahora sólo he visto televisado el partido del Betis; ojalá sea nuestro año".

jueves, 18 de julio de 2013

Diario de un suicidio [1996-2004]



Travesía por la opulencia y el despilfarro. Pasarela de refuerzos. Desde la llegada del delantero argentino José Óscar Turu Flores a la UD, el fichaje más caro en la historia del equipo amarillo y de la categoría de plata, la entidad isleña se ha gastado en estos últimos 17 años un total de 70 millones de euros. Una cifra que desvela una gestión suicida que llevó al cuadro grancanario a Primera División (2000), pero que también la llevó al borde del abismo y a situarse a un centímetro de la quiebra. Desde la entrada en el proceso concursal, el equipo amarillo optó con acierto por fichar a jugadores a coste cero. Una estrategia que ha convertido a la UD, en la actualidad, en un tiburón. Pero en 1996, con la única meta de besar el cielo del fútbol nacional, la meta era subir a cualquier precio. Así empezó el desastre.

Con Pacuco Rosales como entrenador, y tras abandonar las catacumbas de la Segunda B, en agosto de 1996 la UD se presentaba en el Estadio Insular con un plantel revolucionario. El Turu Flores costó el equipo amarillo unos 3,4 millones de euros. Delantero de enorme potencia, era la pieza angular del nuevo proyecto, que terminaría en ese curso liguero en un enorme fiasco [con la única salvedad de llegar a las semifinales de la Copa del Rey], y con la destitución de Pacuco Rosales y Ángel Cappa, concluyendo la Liga Paco Castellano.

Simionato (1 millón de euros), Walter Pico (700.000 euros), Andrés Grande (500.000 euros) -contó con la ficha federativa desde diciembre-, Randjelovic (400.000 euros), Blazo Raosavljevic (300.000 euros), Dragan Radojicic (600.000 euros) o el centrocampista tinerfeño Sandro (400.000 euros) se unían a los líderes del vestuario como Manolo López, Paquito u Orlando Suárez. Así como a los platanitos, que llegarían a ser internacionales, como Manuel Pablo o Juan Carlos Valerón -que al siguiente curso saldrían del club-.

La lluvia de fichajes tendría su continuidad en el mercado invernal. Vinny Samways llega al club amarillo el 4 de diciembre de 1996, tras el pago de unos 600.000 euros al Everton [a esta cifra hay que añadir que en 1999, cuando el jugador seguía siendo de la UD, se vuelven a comprar los derechos a Grecon Holdings LTD por 1,4 millones de euros, según un informe de la Administración Concursal]. Además, hay que añadir al chileno Illescas (180.000 euros), al delantero internacional paraguayo Arístides Flecha Rojas (300.000 euros) [que logró un tanto crucial para eliminar al Espanyol en la Copa del Rey], el vasco Mendiguren -que no llegó a debutar por una lesión- y al meta Canales -que llegó del Dépor-.

La entonces recién creada Gerencia Deportiva se hizo cargo de la entidad amarilla -con Ángel Luis Tadeo como presidente- y el gasto ascendió a 10,8 millones de euros. Fue la primera piedra del fin. Así se abrió la puerta al agujero negro que puso al club contra las cuerdas.

En la temporada 1997-98, ahora con Germán Suárez como mandatario, la UD, se encomendó a la libreta de García Remón. El equipo amarillo se clasificó para disputar la promoción de ascenso, pero sería eliminada por el Real Oviedo. Zeljko Cicovic, que aún pertenece a la entidad amarilla como preparador de porteros, aterrizó en la Isla por sólo 120.000 euros. Sería un movimiento sobresaliente, el meta, que se retiró de amarillo en mayo de 2005, completó 159 partidos de Liga en ocho campañas. Entró en la historia del club amarillo, al conquistar en la temporada 1998-99 el primer Trofeo Zamora para un portero de la UD Las Palmas.

En el verano de 1997, el lateral Emilio Martín Hidalgo, que costó 3,7 millones de euros, llegó a la Isla como el gran refuerzo de la pretemporada. Avalado por su rendimiento en la Copa América de Bolivia, el internacional peruano del Sporting Cristal firmaría un contrato por cinco temporadas -sólo disputaría dos de amarillo-. En su primera campaña con García Remón, sólo disputó nueve partidos de Liga para computar un total de 255 minutos -incluyendo los dos de la promoción ante el Real Oviedo-. A la siguiente temporada, con Paco Castellano y Quintana Nieves en el banquillo, Martín Hidalgo mejoró sus cifras hasta los 1.171 minutos. Sin embargo, regresaría al Sporting Cristal. Los cedidos Agostinho -por el Salamanca- y Zeferino -Real Madrid Castilla- o los fichajes de Herrera, Óscar y Merino -que superaron los 2 millones de euros- engordaron la nómina de altas. Pero fueron dos altas procedentes del Betis, por 2,2 millones de euros, los que agitaron el mercado invernal. El croata Bjeliça y el delantero polaco Kowalczyk -que fue plata en los Juegos de Barcelona 1992- aparecieron como ángeles salvadores, pero volverían a decepcionar. El organizador jugó 11 encuentros y el atacante, fuera de forma, sólo firmaría un tanto. En esa temporada, el gasto ascendió a 9 millones.

El delantero chileno mundialista Manuel Neira sólo logró un tanto de amarillo (en su debut ante el Albacete). Costó 3,2 millones de euros y era el fichaje galáctico del curso 1998-99. La estrella terminó estrellándose. Tras llegar del Colo Colo y jugar en Francia 1998, completó 9 partidos y un total de 243 minutos. Con sólo 21 años, no pudo refrendar su esplendor técnico y entró a formar parte de los movimientos más nefastos. La serenidad de Josico, que llegó del Albacete, se tasó en 2 millones de euros [el jugador manchego saldría de la entidad en 2002, con el descenso del club amarillo a Segunda, para incorporarse al Villarreal sin dejar un céntimo en las arcas]. Y hubo dos altas con acento argentino como el meta Nacho González (2,4 millones de euros) y el centrocampista Hernán Franco (2,5 millones). El mediocampista, que llegó de Newell´s, sólo disputó 109 minutos de Liga, lo que significa que cada minuto le costó a la entidad amarilla unos 22.935 euros. Por su parte, Haber (2,8 millones) también pasó desapercibido: 9 partidos de Liga. Cada minuto le costó al club amarillo 7.200 euros.

Tras la venta del Turu -por 5 millones al Dépor, en una operación en la que se incluyó a Manuel Pablo-, el club gallego aprobó la cesión por dos temporadas (1988-99 y 1999-00) del delantero Renaldo. Logró 14 dianas y acabó disputando 50 partidos. Al músculo de Lima, se unió un rostro conocido: la vuelta del goleador Eloy. Otro motivo de vergüenza. El jugador albaceteño, tras ser pieza clave en el ascenso a 2ª (1996), fue fichado por el Elche por 120.000 euros. La UD lo repescaría en 1998 tras abonar 1,2 millones de euros a los ilicitanos.

La campaña 1999-00 fue el curso del ascenso a Primera, con Kresic en el banquillo. David Pirri (1.6 millones) fue presentado como cedido por el Dépor, y al final el club se percató de que había sido comprado. Lesionado, apenas colaboró en el ascenso. Edu Alonso (1,8 millones), Olías, Amador, el tridente que llegó del Atlético de Madrid B: Tevenet, Ramón, Sequeiros (2 millones) y Lago (1 millón) apuntalaron al bloque. Jarni, sin equipo, y Clotet conformaron la lista de mimbres para el ascenso.

Con el equipo en Primera, la UD invirtió 16 millones, la mayor cifra en un curso. Llegó el central a préstamo por el Dépor Schürrer -que luego costaría 4 millones-. Los brasileños Álvaro y Baiano -que costaron 6,3 millones-, quedarían envueltos en la polémica. Los defensas jugaron con dos pasaportes falsos, que les hacían pasar como comunitarios. Álvaro regresaría en 2002 -con la documentación en regla-. El delantero turco Oktay costó 2 millones y dejaría un rendimiento decepcionante. Se marcharía rompiendo su contrato. El caso acabó en la FIFA. Oulare (cedido por 511.000 euros) firmó 4 goles y Gudjonsson (que costó 2,9 millones) dejó dudas. Turdó, que llegó cedido del Stade Rennes en el mercado invernal por 840.000 euros, sólo logró un tanto ante la Real, que sellaría la permanencia.

De 2002, con el descenso a Segunda A, a 2004, el del regreso a 2ª B, se contabilizan 49 altas. Sólo Reggi o Trotta dieron el nivel. González, Bogliaccino, Monteagudo, José Antonio, Bo Andersen, Cotelo, Bernaus, Lima, Nkong, Maceratesi, Diogo, Fred, Gato Sessa, Matheus, Jahic, Lindbaek, Hietanen, Guillermo, Tomás, Changui, Frutos... Desde 2004, y en pleno proceso concursal, el club se refuerza a coste cero. De Márquez a Máyor, se instala la cordura en la UD.

martes, 16 de julio de 2013

Juan Guedes, eterno mito



Juan Guedes fue un jugador que dejó huella entre quienes le conocieron. Tonono, amigo íntimo y compañero de selección, no titubeó en afirmar que "Guedes era el mejor de todos nosotros", en alusión a los integrantes de la época dorada del club grancanario. Estas fueron las opiniones que, a lo largo de estos años, ofrecieron sobre el imborrable 'seis' de la UD Las Palmas:
  • Luis Molowny (entrenador): "Era ejemplar en todo. Siempre vi en él una despierta inteligencia, un hombre profundamente disciplinado, un fervoroso defensor de los colores que tan arraigados llevaba en el fondo de su corazón. Técnicamente parece innecesario ponderar sus virtudes, que reflejaba tan brillantemente, con su admirable pundonor, lo mejor de nuestro fútbol de cantera".
  • Rosendo Hernández (entrenador): "Estuvo dos veces a mis órdenes. Sus nobles sentimientos, su perseverancia como futbolista extraordinario, su hombría de bien; todo eso será para mí un recuerdo imperecedero"
  • Casimiro Benavente (entrenador): "Fue un jugador sensacional y un magnífico compañero para todos los futbolistas españoles. Tuve la satisfacción, que siempre he proclamado con orgullo, de hacerle debutar en categoría nacional defendiendo la camiseta amarilla".
  • Héctor Rial (entrenador): "Fue un fuera de serie en el fútbol español. Nació para ello y así paseó su categoría por todos los campos. Yo le tuve enfrente cuando entrenaba a otros equipos y a mis órdenes en sus últimos partidos. Pude conocer su carácter, su modo de pensar, su reflexiva postura en todo instante. Su personalidad nos había ganado a todos. Como jugador sólo puedo decir que era como un abanico que daba el aire de su juego a todo el conjunto".
  • Tonono (futbolista): "Guedes no tenía dobleces. Un corazón de oro, como amigo y como compañero (...) Sufría mucho con una derrota, aún la más justificada, lo conturbaba profundamente (...) Le gustaba mucho hablar después de los partidos. Su sentimiento por el equipo era muy profundo. Se 'rompía' cuando no se alcanzaba el triunfo (...) Futbolísticamente fue un extraordinario jugador y, para Las Palmas, durante años su mejor figura. Ya sé que no llegó tantas veces a internacional como merecía. Él ha sido el mejor de todos nosotros, la pieza clave del equipo y uno de los grandes jugadores españoles en su puesto".
  • Jesús García Panasco (secretario general): "En el trato con Guedes y dada mi condición de secretario general, al margen de su gran categoría futbolística destaco la fiel interpretación que tenía de todos los asuntos de los que hablábamos y su facilidad para hacerme mejor cualquier tema a resolver que le afectara a él y a todo el equipo".
  • Carmelo Campos (entrenador y delegado): "Con Juan hubo infinidad de anécdotas, porque era un hombre muy abierto, extrovertido, con un carácter fuerte pero con un corazón como una montaña de grande. Le gustaba la broma, pero la sabía dar en su momento oportuno. Tenía idiosincracia del canario: socarrón y receptivo".
  • Gilberto I (futbolista): "Mientras nos equipábamos en el vestuario de San Mamés, don Jesús nos dio la noticia del nacimiento del primer hijo de Guedes y aquel día le prometí que iba a marcar un gol en honor a su primogénito. Ganamos 0-1 y el tanto lo marqué tras combinar con León y Guedes en el minuto 90. Fue una gran satisfacción brindarle aquello".
  • Pacuco Rosales (futbolista): "Lo primero que hizo cuando empezaron a llegar los extranjeros fue pedir al club equiparar los sueldos de los de casa. Pese a su figura, nunca trató al resto con superioridad. Incluso cuando fue a San Ginés con el Aficionado, para recuperarse de su rodilla, se integró totalmente como uno más".
  • Felipe Trona (futbolista): "Cuando llegué al primer equipo, en 1969, Guedes nos brindó un gran ejemplo que nunca he olvidado. Los jóvenes ganábamos 4.500 pesetas y no sé cómo se enteró él que fue de inmediato a hablar al club. Al día siguiente nuestro salario subió a 12.000 pesetas. Era, ante todo, un compañero de los pies a la cabeza".
  • Martín Marrero (futbolista): "Ocurrió en un partido de la selección donde yo debutaba ante Bélgica. El árbitro expulsó en el segundo tiempo a Gallego y Eladio, por lo que hubo un escándalo enorme con carga policial incluso contra los jugadores españoles. Pero Guedes se paró en la puerta del vestuario y nadie se atrevió a entrar".
  • Federico Melián (futbolista): "Fue un honor sustituirle cuando se produjo la lesión de su rodilla. Él era prácticamente el equipo y su capacidad de mando nunca se cuestionaba. Durante los partidos nos defendía a muerte y en los entrenamientos achuchaba para que los demás jugadores respondieran al máximo".
  • Manolo Martín (futbolista): "Con apenas trece años íbamos a jugar un encuentro dos equipos del barrio y a nosotros nos faltaba uno. Vimos pasar a un niño largo, moreno y le invitamos a jugar. La apuesta eran diez pesetas para cada uno del equipo que llegar antes a marcar doce goles. Y, claro, con Guedes ganamos fácil. Fue allí donde le conocí".

Alfonso Silva

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A principios del año 1957 en Las Palmas a la mayoría de la gente les interesaba poco la política nacional y mucho más la marcha del querido equipo de la Unión Deportiva Las Palmas en la competición de Liga. Era la tercera temporada consecutiva desde el segundo ascenso y el equipo iba nutriéndose de lo que el fútbol isleño daba, habiendo escapado año tras año con mucha gloria y buen hacer, luchando hasta el final. Satur Grech era el entrenador y la cantera seguía produciendo. En el recién creado equipo filial, el Unión Atlético, nuevos valores se formaban para saltar al primer equipo. Así nacieron para el fútbol profesional Felo, Currucales, Costa, Betancort, Julián, Paquillo, Pantaleón, etc. Iba a empezar la segunda vuelta y había que luchar por conseguir mantenerse en la categoría. El equipo necesitaba gente experimentada en la liga de Primera.


Desde que la U.D. llega a primera división, algunos futbolistas isleños que habían marchado a jugar a la Península temporadas atrás, volvieron para vestir de amarillo. La lista se había iniciado con Torres y Beneyto, que dejaron el Málaga para jugar con el nuevo equipo ascendido. Luego siguió Mujica, tras sus grandes tardes en el Metropolitano. Gallardo y Cabrera regresaron de sus periplos por el Real Madrid y también Molowny, que ese mismo año regresaba a Las Palmas. Pero faltaba el "ídolo" por el que la afición canaria clamaba : Alfonso Silva. Era el mejor jugador de todos los tiempos para muchos aficionados insulares.
La pasión deportiva y la confianza en sus juego de quienes lo admiraron en sus primeros años arrastraba masas de seguidores al campo de juego. Se llenaba el Insular para admirar las dotes futbolísticas del reconocido como el mas genuíno producto de la escuela canaria de fútbol , la perla de la cantera del Puerto de La Luz, que desde décadas atrás venía produciendo futbolistas notables en el fútbol español: Oramas, Padrón "el sueco", Hilario, Luis Valle, Adolfito, Timimi...


En el fichaje de Silva por la Unión Deportiva intervinieron importantes capitostes de entonces, como el Presidente del Cabildo de Gran Canaria, D. Matías Vega Guerra ,el ministro de la Gobernación ,el palmero Blas Pérez. Otros como el Marques de La Florida , natural de Tenerife, y sus influencias en el Atletico de Madrid también tuvieron su protagonismo. Por otro lado, la directiva atlética especulaba con obtener buena tajada con un traspaso pues el Milan y el Sporting de Lisboa habían hecho interesantes ofertas a los colchoneros. Mientras, el futbolista llevaba nueve meses sin jugar y sin lugar para entrenar. Vejado y marginado, iba junto a Pantaleón a correr a la Ciudad Universitaria para mantener la forma.
Con gran sigilo se fueron dando los pasos adecuados, tanto por parte del presidente canario, D. Luis Navarro Carló como por D. Pedro Valido, delegado amarillo en Madrid; hubo que pelear con la Federación Castellana que presidía el señor Borrachero, reconocido enemigo del fútbol canario desde años atrás.

El día 9 de enero, Silva quedó en libertad y sin sanción. La Unión Deportiva pagó 300.000 pesetas por su "rescate" para el fútbol canario.
Cuando se recibió la noticia se celebró por toda la isla, sobre todo en el Puerto de La Luz donde la sociedad del Real Club Victoria era una fiesta , con tracas y voladores. ¡Volvía Silva!. Don Alfonso “el sabio” regresaba al fútbol de su tierra con el equipo amarillo que representaba la unión de todo el fútbol de la isla . El ídolo de los blanquinegros volvía . Fue una conmoción generalizada entre los aficionados y resto de la población la presentación del jugador en el Insular. Miles de aficionados acudieron aquel día laborable a aplaudir a su ídolo. Un grito de pasión y alegría como el que una pancarta expresaba:
¡SILVA : JUEGA COMO QUIERAS!

viernes, 12 de julio de 2013

Pasado, presente y futuro



La preciosa segunda equipación de la Unión Deportiva para 2013-2014 trae detrás una historia igualmente preciosa. En 1914, el Tristany Sporting Club se refunda con el nombre de Club Deportivo Gran Canaria (o Gran Canaria Sporting Club). Por ello, la Unión Deportiva Las Palmas en su tradición de honrar a sus fundadores cada año, este homenajea al centenario del Club Deportivo Gran Canaria, vistiendo sus colores en la segunda equipación.

En 1949 el CD Gran Canaria inició la fundación de la gloriosa Unión Deportiva, anexionando al Arenas Club y posteriormente al Atlético Club. Mucho más tarde, se rendirían al proyecto del Gran Canaria, el Marino FC y el RC Victoria. El resto de la historia, la conocemos.

Por todo ello, al vestir el blanco del humilde CD Gran Canaria, deja claro que el club está orgulloso del paso y del presente del equipo.

65 años de vida, más de 100 años de historia.

miércoles, 10 de julio de 2013

Cantera del Athletic, Cantera de la UDLP


Hace unos días publicaba "El Desmarque.com" de Vizcaya un informe sobre la inversión de uno de los teóricos clubes de cantera españoles por excelencia: el Athletic de Bilbao. No se refería a lo que dedica para su fértil cosecha de Santa María de Lezama, donde, por cierto, se ha instalado el famoso arco que decoraba San Mamés. Se dirigía la información a los millones de euros que el club vizcaíno dedicaba a reforzar su plantilla con el ambiguo concepto de cantera. Kike Sola, que ha sido traspasado este miércoles por Osasuna de Pamplona, completa un trío de fichajes que viajaron del club navarro hasta Bilbao en las siete últimas temporadas. La inversión total del Athletic para estos 'canteranos' fue de 14 millones: los cuatro de Sola, unidos a los 6 millones de euros de David López y 6 más de Javi Martínez. Remataba el informe periódico los beneficios logrados en esa misma etapa por la entidad rojiblanca porque recaudó 40 millones procedentes del Bayern Munich en la venta del internacional Martínez.

Así que esta política de cantera en Navarra, también aplaudida en el histórico club vasco, resulta muy rentable. La diferencia a favor tras todas las operaciones es de 24 millones para el Athletic. Al margen de ello, se ensalzaba la positiva trayectoria del club en este capítulo porque habría logrado rentabilizar sus firmados convenios con equipos navarros (Txantrea, Oberena, Izarra y CD Pamplona) que en la etapa más reciente sembraron futbolistas profesionales como los Ion Vélez, Muniain, Iraizoz, Arbilla, Íñigo Pérez o San José.

Todo punto de vista del tema cantera siempre se relaciona con la palabra rentabilidad. La UD Las Palmas reemprendió este viaje de manera decidida hace algunas temporadas. Como ya dijimos, en la etapa Ramírez el club habría realizado ventas de jugadores por más de 13 millones, pero exclusivamente transmitió futbolistas de su fábrica en siete oportunidades (Carmelo, Javi, Dani Castellano, Nacho Casanova, Aythami Artiles, Jonathan Viera y Vitolo), con una cifra nada desdeñable de 6.713.000 euros que llegaron al club para hacer más viable una sociedad que estaba en ruinas. La salida de jugadores, de momento, es un remedio ágil para la supervivencia, que contrasta con la perspectiva bilbaína de hacer negocio con sus operaciones.

Detrás de los números y de las decisiones de los clubes hay un credo creciente y que en las próximas temporada germinará en más clubes o destinos. El vaticinio de Miguel Ángel Ramírez es claro: "la próxima temporada veremos a la UD Las Palmas más canaria de los últimos veinticinco años", señaló. Lo seguro es que no se producirá siguiendo el 'modelo Athletic', talón en mano.

martes, 9 de julio de 2013

Denominación de origen


´´E
n Canarias, desde que eres pequeño, si no eres estético, si no eres técnico, parece que quedas señalado”
. Estas palabras únicamente pertenecen a Toni Ruiz, actual mano derecha de Mendilibar en Osasuna y que fue técnico de las categorías inferiores de la UD Las Palmas, pero la sensación que describe es compartida por todo aquel que ha dado un par de patadas a un balón en, especialmente, la provincia de Las Palmas. No es de extrañar, por tanto, que sus futbolistas tengan denominación de origen. Técnicos, habilidosos y elegantes, así son. Y si no, pensadlo. Da igual de ayer (Jorge Larena y Guayre) o de hoy (Rubén Castro y Nauzet Alemán), con más (Silva y Viera) o menos (Momo y David González) nombre, todos comparten la misma forma de sentir el fútbol porque así se lo enseñaron. Un deje cultural en el que, como reflexiona Toni, influyen varios factores: “En Canarias el clima te permite jugar en la calle once meses, por no decirte los doce. Además, todavía se sigue jugando en las plazas o en la playa, que es lo que hace que el futbolista canario sea técnicamente muy bueno”. Ese fútbol de barrio, ese fútbol canchero de callejuela y asfalto, añade un matiz al cocktail: la pausa. Más presente en unos que en otros, lo cierto es que “allí nadie tiene miedo a pararse y estar dos o tres segundos con el balón”. Así están seguros, cómodos, en lo cierto. Lo saben y no necesitan pensarlo. Es una certeza que unos “diablillos” ganaron hace ya muchos años y, desde entonces, ellos han heredado con tanta naturalidad como su acento. Sin su hazaña, Juan Carlos Valerón, el mejor símbolo posible de la forma que tienen de entender este bendito deporte, no sería el mismo jugador que todos conocemos. Hubiera sido imposible que sintiera como siente y, por ende, jamás habría podido jugar como juega.

Luis Molowny dirigiendo una sesión de entrenamiento de la selección juvenil de Las Palmas en 1962

La generación juvenil que revolucionó a toda una provincia

La hazaña de los “Diablillos Amarillos” se remonta a 1962, año en el que la selección juvenil de Las Palmas se proclamó campeona de España por primera vez en su historia. Un éxito que no se puede contemplar con ojos de aficionado al fútbol en 2013, porque no tendría sentido alguno. Hace 50 años el fútbol era muy diferente, sobre todo a nivel cultural y estructural. En aquella época, no resultaba nada extraño que futbolistas en edad juvenil protagonizaran fascinantes leyendas que, aún sin haber debutado en la élite, ya conocía toda la ciudad. Era lo normal. La afición acudía en masa a los partidos de los más jóvenes y, evidentemente, cuando llegaba el campeonato de España por regiones, el fervor se disparaba. De esta manera se puede comprender que los “Diablillos Amarillos” jugaran sus partidos ante 30.000 espectadores y que, posteriormente, su victoria paralizara la ciudad como jamás ha vuelto a suceder.


Santiago; Rafael, Paco, Mújica; Lasso, Oscar; Oramas, Martín, Germán, Lolín y León. De carrerilla y sin dudar, éste era el once que todo futbolero de la provincia recitaba durante 1962. La leyenda de este equipo comenzó a edificarse en la primera ronda del campeonato,Los “Diablillos” no sólo hicieron historia por su triunfo, sino por el fútbol desplegado cuando, con un brillante 5-2 en El Insular, lograron remontar el 3-1 que les había endosado en la ida su bestia negra, la selección tinerfeña. Con Germán como goleador y estrella, los “diablillos” conseguían llegar a la final tras derrotar a Cantabria y Andalucía. El éxito ya era mayúsculo, pero aún quedaba la gran cita ante la selección de Castilla con Grosso como líder. Aquel 1 de mayo, los 20.000 espectadores que asistieron a La Condomina quedaron obnubilados por el espectacular fútbol de los “Diablillos Amarillos”. Toque, ataque y gol. De forma brillante e imparable, los canarios se impusieron por 5-3 con doblete de Germán y toda la provincia abandonó la radio para salir a la calle. Lo que sucedió en las horas y días posteriores, resulta más complicado de explicar. Antonio de Armas, historiador oficial de la UD Las Palmas, detalla cómo desde su llegada al aeropuerto de Gando hasta su desplazamiento al centro de la ciudad, decenas de miles de aficionados invadían las cunetas e incluso la calzada para devolver el júbilo que aquellos jóvenes muchachos les habían provocado. Ya nadie les podría olvidar.

Los Diablillos Amarillos celebrando el título conseguido por las calles de Las Palmas de Gran Canaria
 

“Más que un equipo, lograron crear una auténtica familia. Antes y después de los partidos, durante los mismos, en el hotel, en el avión, de paseo, en el vestuario… Nos llevábamos de maravilla y eso permitió que pudiéramos explotar mejor nuestras cualidades”, comentaba Paco años más tarde acerca del clima que habían generado Luis Molowny y Antonio Velázquez, los exitosos entrenadores de aquella prodigiosa generación. Por suerte para el fútbol de Las Palmas y de todos sus aficionados, la relación entre “El Mangas” y varios de sus jugadores no había hecho nada más que comenzar.

La mejor y más canaria UD Las Palmas de la historia

Con su llegada al primer equipo y el inexorable paso del tiempo, dos de aquellos futbolistas ganaron apellido y un sitio privilegiado en la historia de la Unión Deportiva Las Palmas. Germán pasó a ser Germán Dévora, máximo goleador del club y actual presidente de honor; y Paco se convirtió en Paco Castellano, el futbolista que más partidos ha defendido la camiseta amarilla en Primera. Sus carreras dibujan en paralelo y a la perfección la mejor etapa del fútbol canario, que llegó a tener a cinco representantes en la Selección, y de una UD Las Palmas que disputó de forma brillante varias Ligas al Real Madrid de Miguel Muñoz.
Sin embargo, los “Diablillos Amarillos” nacieron con la UD Las Palmas en Segunda División. Su incorporación al primer equipo fue progresiva, pero no sería hasta su regreso a Primera (1964/1965) cuando sus principales figuras (José Manuel León, Germán Dévora y Paco Castellano) se unieron al completo con Juan Guedes y Tonono, las estrellas de la generación inmediatamente anterior. En el primer partido de aquella temporada, el debut de estos cinco jugadores en la máxima categoría, el rival al que se enfrentaban era el Fútbol Club Barcelona. Lo complicado del oponente y la juventud de aquel equipo podían hacer presagiar lo peor, pero aquellos jugadores tenían algo mágico. El espectacular marcaje de Paco Castellano a Sandor Kocsis y los dos goles de Germán Dévora en el arranque del encuentro, dieron a la UD Las Palmas la primera victoria de las muchas que estaban por llegar.

El equipo se asentó con cierta comodidad en Primera durante las tres primeras temporadas, superando con éxito las ausencias de varios de sus futbolistas a causa del servicio militar, importando aún más talento canario procedente de la vecina Tenerife y matizando su esquema hasta encontrar su composición ideal, pero todavía faltaba algo.Con Molowny, el equipo despegó y peleó la Liga 67/68 hasta el final con un gran fútbol El nombre que daba sentido a todo, la figura que ya había exprimido el tierno talento de estos jugadores, el padre futbolístico de aquella brillante generación. Faltaba Luis Molowny, “El Mangas”. Con diez canarios en el once titular (Ulacia, el portero, era vasco como mandaba la tradición), la UD Las Palmas jugó un fútbol brillante durante toda la temporada 67/68. Aquel era un equipo virtuoso en lo técnico, comenzando por Juan Guedes, el motor que lideraba el centro del campo a bajas revoluciones con la espalda recta y un golpeo de balón exquisito. A su lado estaba el recién llegado Justo Gilberto, un todoterreno tinerfeño que, desde el puesto de interior derecho, daba sentido al sistema (un 4-3-3 con diferentes alturas) al combinar perfectamente su posición con la de los ofensivos Dévora, Gilberto, José Juan y León. Juntos tocaban, se asociaban y desequilibraban. Como una parsimoniosa melodía de piano, el equipo se gustaba lentamente con el balón en los pies hasta que el camino del gol se despejaba, algo que terminó sucediendo hasta en 56 ocasiones, récord del curso. Sin embargo, gran parte del buen funcionamiento de aquel equipo residía en la parte de atrás. Escoltados por Aparicio y Martín Marrero, la pareja canaria de centrales se convirtió en inexpugnable. Tonono fue reconocido como uno de los mejores líberos europeos, y Paco Castellano, además de imponer su poderoso físico y de ser un excelente marcador, aportaba una especial relación con el gol. Uno de ellos, el último del año, fue en el Bernabéu, donde Las Palmas se jugaba el título tras estar todo el año en las primeras posiciones. Llegaban a 4 puntos del Real Madrid a falta de dos partidos, pero una victoria volteaba el goalaverage y hacía viable el milagro. Con 1-1 en el marcador y los madridistas replegados, Martín Marrero disparó al palo. Ahí se esfumaron las opciones amarillas, pues poco después Pirri anotaba el gol que, de forma matemática, teñía el campeonato de blanco. Los de Molowny terminaban terceros con un cierto sinsabor por lo injusta de la derrota, pero a su magnífico año aún le quedaba una dulce recompensa.

Paco Castellano despeja un balón ante la presión de los madridistas Amancio y Santillana

La selección española estaba inmersa en la compleja fase de clasificación de la Eurocopa de Italia 68 y, para disputar unos amistosos previos, puso sus ojos en el fútbol insular. La convocatoria contaba con siete futbolistas originarios del archipiélago canario, lo que ya suponía un gran éxito, pero fue en Malmö, ante Suecia, donde obtuvo su justo reconocimiento cuando cinco de ellos (Tonono, Castellano, Guedes, Dévora y el zaragocista Santos) coincidieron al unísono sobre el campo. El resultado fue de 1-1 con un gol del propio Paco Castellano, pero lo histórico de aquel día quedó retratada en una foto para el recuerdo.

El bloque se mantuvo la temporada siguiente, el estilo se consolidó y las buenas noticias siguieron llegando. Tonono se hizo indiscutible en la Selección junto a Gallego, León se destapó como goleador con once tantos, Martín Marrero se asentó en el lateral… y, como consecuencia, el equipo volvió a estar muy arriba. En esta ocasión no pudo pelearle la Liga al Madrid hasta el final, pero ascendió un escalón y terminó como subcampeón. Un meritorio e histórico puesto que permitió a la UD disputar su primera eliminatoria europea ante el Hertha de Berlin, con quien cayó eliminado por la mínima. El Insular de Las Palmas era testigo directo de los hitos que estaba viviendo el club y los chicos que los protagonizaban eran aún increíblemente jóvenes, pero la desgracia golpeó por partida doble al equipo de Molowny.

Talento argentino como respuesta a la inesperada tragedia

Tres meses después de jugar su último partido, Juan Guedes fallecía el 9 de marzo de 1971 a causa de un cáncer de colon. Cuando dejó huérfano al vestuario, al club y a la provincia, el exquisito centrocampistaSu calidad, carácter y jerarquía convirtieron a Guedes en un jugador inmortal en Las Palmas canario únicamente tenía 28 años. Era demasiado pronto. Siempre es demasiado pronto. La mejor prueba de lo honda que fue su huella son las palabras que sus compañeros, años después, siguen dedicándole. “No he conocido a un jugador de su jerarquía, y no sólo por su calidad futbolística. Quizá Valerón podría estar a la altura de sus pases, pero lo que hacía a Guedes diferente era su personalidad, su carácter en el terreno de juego”, comentaba Aparicio, su primer capitán. “Sabía muchísimo de fútbol. En el campo, si veía que yo tenía que marcar a un jugador que me estaba creando muchos problemas, venía y me decía que él se encargaba. Entonces le daba una castaña sin que se notara. Era un artista”, afirmaba Paco Castellano. En la misma línea, José Manuel León reflexionaba sobre cómo “encontrar un nuevo Guedes no fue posible”. Y es que su ascendencia sobre sus compañeros y el dolor por su pérdida eran tales, que aquel año el equipo acabó a dos puntos del descenso.


Con Molowny ya fuera del club desde el año anterior, la directiva de Las Palmas confío el nuevo proyecto deportivo a Pierre Sinibaldi, “un corso revolucionario que ya había ganado en Waterloo”. En su primer año el equipo recuperó sensaciones, se hizo más complejo en lo táctico y terminó en una notable quinta posición que le permitía volver a competir en Europa. Aun así, Niz, el eterno recambio natural de Guedes, parecía insuficiente para llenar su vacío en el centro del campo. El club, ante la falta de relevo autóctono, decidió buscar en el mercado sudamericano. Al fin y al cabo, en lo futbolístico, son primos hermanos por parte de cancha. Las gambetas, la excelsa técnica, la elegancia y pausa, ya unían a Las Palmas y Sudamérica mucho antes, incluso, de que el fichaje del paraguayo Soto resultara positivo doce meses antes, pero ésta fue su confirmación. El elegido para reforzar la medular fue el argentino Teodoro Fernández, que junto al canario Trona seguía acompañando a Justo Gilberto. En su paso por Las Palmas, Teodoro dejó varios goles importantes. El más recordado por todos, con casi toda seguridad, es el que anotó ante el Slovan de Bratislava en la Copa de la UEFA 72/73, ya que supuso la clasificación para unos octavos de final que significaban su mejor actuación europea, aunque luego se perdiera contra el Twente holandés.
Conforme se sucedían las temporadas en la mitad baja de la tabla, siguieron llegando jugadores de la Argentina. Verde pasó sin mucho ruido y menos goles, pero Carvenalli se asentaría en la portería canaria durante los siguientes seis cursos. Luego llegó Quique Wolff, quien destacaría sobremanera en una zaga que, de nuevo en forma de tragedia, perdía a su gran referencia. Tonono, central elogiado por el mismísimo Beckenbauer y símbolo inolvidable del club, fallecía el 9 de junio de 1975, cuatro años después de su amigo Guedes. Dos golpes demasiado duros y demasiado seguidos azotaban por sorpresa a una provincia que se había acostumbrado a ser feliz a un ritmo tan lento que parecía driblar a la preocupación. Días antes de marcharse, Tonono había sido titular en el decisivo partido ante el Celta de Vigo. Era la última jornada y Las Palmas necesitaba vencer para mantener la categoría. Con un 3-1, el conjunto canario selló la permanencia ante su afición en lo que, de forma inesperada, fueron los últimos minutos de Tonono en El Insular.

Tonono conversa de forma distendida con sus compañeros de la Selección, donde se convirtió en un fijo entre 1967 y 1972

Ese mismo verano, León decidió retirarse tras trece años en el club, y Sinibaldi abandonó la isla. Era 1975 y ya sólo quedaban dos “Diablillos Amarillos” en el club. Ellos eran, como no, Germán Dévora y Paco Castellano. Les acompañaba Martín Marrero y otros muchos jugadores de la tierra, pero el cambio de acento ya era evidente. A Carvenalli, Wolff, Teodoro FernándezEn la última temporada de Dévora y Castellano, Las Palmas llegó a su primera final de Copa y Verde se le unía el bonaerense Carlos Manuel Morete, un goleador insaciable que incidía en una argentinización del club que fue completa cuando, en la siguiente temporada, además de llegar el elegante Brindisi, Roque Olsen ocupó el banquillo. Las Palmas recuperó sensaciones y volvió a practicar un fútbol exquisito, lo que le llevó a ocupar la cuarta posición final y a clasificarse para disputar su tercera competición europea en diez años. Tras ese gran curso, Roque Olsen se marchó al Elche y llegó Miguel Muñoz, el técnico que privó a Las Palmas del título de Liga de 1978 y el que, a la postre, escribiría la última página brillante, aunque con poca tinta, de la carrera de Germán y de Paco. En líneas generales, el año fue bueno en Liga, con Brindisi deslumbrando, pero en Copa del Rey fue aún mejor. Tras eliminar a Málaga, Español, Cadiz, Atlético de Madrid y Sporting de Gijón, el equipo canario se clasificó para su primera final de la historia. La sede de la esperada cita volvería a ser el Bernabéu, pero en esta ocasión el rival era el Barcelona de Johan Cruyff y no el Madrid de Pirri. La Unión Deportiva perdió 3-1, pero la derrota podía empañar lo mágico del momento para un club que, en cierta manera, ponía el broche de oro a su etapa más brillante. Y es que, aunque Dévora y Castellano no disputaron un sólo minuto en la final, los “Diablillos Amarillos”, 16 años después de su nacimiento, volvían a estar presentes en un éxito del club. Parecían eternos. Y así lo fueron.

Veinticinco años con más lágrimas que sonrisas

Cuando era jugador, Guedes ya pensaba en el futuro del club de sus amores. “Siempre decía que un día iba a ser presidente de la UD Las Palmas y que se vería fumando puros con Santiago Bernabéu en el palco del Real Madrid. Desde ese cargo, había decidido que Tonono sería el secretario técnico del club, y que Germán y León serían los entrenadores. Yo le preguntaba qué es lo que tenía previsto para mí … y, ya ves, he estado treinta y un años como masajista”, recordaba Aparicio. Por desgracia, aquel romántico plan de Juan no pudo cumplirse. No al menos al 100%, porque Germán Dévora y José Manuel León, al igual que Paco Castellano, sí que fueron técnicos del club. Sobre todo como interinos, intentando rescatar al club en los malos momentos, lo que les hizo coleccionar más derrotas que cuando eran futbolistas.
Y es que Las Palmas, desde aquellos días de vino y rosas, sólo ha recuperado la sonrisa de forma puntual: el ascenso de 1985 con Roque Olsen, el de 2000 con Kresic después de pelear cuatro años en el barro de la Segunda B, los primeros coletazos de “La quinta de El Insular” en la temporada siguiente… y poco más. No ha sido fácil, desde luego. El fútbol ha cambiado mucho desde 1962 y los Rubén Castro, Jorge Larena, Guayre, Ángel López y Carmelo no tuvieron el tiempo necesario para dar relevo a los “Diablillos Amarillos”. Ni Silva a Tonono, ni Valerón a Guedes. En realidad, calidad nunca ha faltado. Ni falta. Puede que evolucione el físico del futbolista canario hacia uno más potente (Vitolo o Jesé son un buen ejemplo), pero la esencia permanece porque en Las Palmas el fútbol es ofensivo, técnico, elegante y de gol. Y Lobera, lo está demostrando. Aún es muy pronto, pero ya se vuelven a escuchar las bocinas de los coches. Quien sabe, quizás éste sea el inicio de una historia que debamos recordar dentro de cincuenta años.

domingo, 7 de julio de 2013

Fallece Macías, primer jugador de Las Palmas


Juan Santana Macías (Gran Canaria, 18-1-1926), conocido en el mundo del fútbol por 'Macías', ha fallecido en la jornada de hoy a los 87 años de edad. Macías fue el primer jugador de Las Palmas en su fundación. Los restos mortales de Macías descansan en el Tanatorio de Fucasa (Calle Arguineguin, 24. Polígono Industrial Lomo Blanco), donde serán incinerados a las 17.00 horas este lunes.
Macías, según apunta la web oficial del club, comenzó a jugar en el Español en el Campo de Fuentes compartiendo su pasión con futbolistas de la talla de Hernández 'Lobito Negro' o Alfonso Silva. A los 17 años ingresa en el Atlético Club presidido por César Muñoz y que entrenaba el ex secretario general de la UD Las Palmas, Jesús García Panasco, desde donde pasó al CD Gran Canaria.
El CD Gran Canaria y el Arenas se unen en la primera parte de la fusión que tendría como fruto la creación de un nuevo club: la Unión Deportiva Las Palmas. Don Luis Rivero Noble, miembro directivo del Gran Canaria y uno de los representantes de la ponencia de la fusión llamó a su casa al joven Macías para comunicarle que iba a convertirse en el primer jugador de la recien creada UD Las Palmas por lo que de esa forma entraba en la leyenda del 'Equipo único'.
Poco después fue llamado junto a otros destacados futbolistas seleccionados para participar en el primer entrenamiento de la historia de la Unión Deportiva Las Palmas bajo las órdenes de Francisco Arencibia.

Macías no se alejó nunca de su querida UD Las Palmas a la que siguió hasta el último partido de la recién finalizada temporada e incluso fue parte importante de la Campaña de abonados 2011-2012 junto a otros brillantes nombres de la historia del club.

El "sevillismo" de Tonono


Tonono se fue al cielo...

... y en su chaqueta seguía luciendo, cerca, cerquita del corazón, como desde hacía tres años, el escudo de un equipo de fútbol, el Sevilla Fútbol Club.

Se lo había prometido a su gran amigo Enrique, en una de aquellas largas concentraciones de selección en las que nunca se separaban. Y Antonio, Tonono, además de un futbolista gigante, era un hombre cabal, de esos que cumplen la palabra dada.
 
"Hasta que el Sevilla vuelva a Primera, llevaremos este escudo en la solapa".
Era un pin del Sevilla Fútbol Club, el equipo en que jugaba su querido Enrique Lora, un verdadero clásico del fútbol español al que Tonono admiraba y respetaba.

La amistad, camaradería, entre estos dos fenómenos del balompié hispano comenzó a forjarse en la selección, desde que Tonono apadrinase al centrocampista de las marismas para protegerlo, mimarlo, cuando éste fue llamado por Kubala, y se orquestó aquella campaña mediática que quiso ver en la convocatoria de Enrique un impuesto al seleccionador nacional.

Luego una larga concentración en los pinares de Oromana, preparando aquel decisivo partido eliminatorio contra Rusia, y un verano juntos, en 1973, con la familia, recorriendo Sevilla bajo cuarenta grados durante las vacaciones, acabaron por sellar el vínculo entre estos grandes compañeros. Tonono se había quedado prendado con el rostro de la Esperanza Macarena, cuando pudo contemplarla de cerca, en su camarín, cara a cara.

Por eso, y por algunas otras cosas más, cuando el fútbol quiso llevarse al Sevilla a los sótanos de la Segunda División, Tonono le dijo a su amigo Enrique que llevaría en la solapa el escudo del Sevilla hasta que éste retornase a la categoría que le correspondía, la de los más grandes del fútbol español.



Palabras de Enrique a su admirado Tonono:


El 9 de junio de 1975, se iría Antonio Afonso Moreno, el hombre, y Tonono, el futbolista, víctima de una súbita y letal hepatitis vírica.

Rozaba los treinta y dos años, y aún le quedaban unos cuantos más para seguir dando rienda suelta a ese fútbol de seda, elegante, cadencioso, que le convirtió en el mejor líbero de su época, junto con el kaiser alemán Franz Beckenbauer.



Siempre será recordado como la figura máxima de aquella legendaria Unión Deportiva Las Palmas de los Guedes, Germán, Castellano, etc.

Y como ese perenne internacional con 22 presencias internacionalidades a sus espaldas, batiendo un record aún hoy no igualado por ningún otro jugador canario.

En Sevilla se organizó rápidamene una misa en la Basílica de la Macarena, aquel lugar donde Tonono conoció a la verdadera Madre de Dios, antes de reunirse con ella en su Gloria.

Y asimismo en Sevilla surgió la iniciativa de erigirle un monumento en su Arucas natal.


He aquí el monumento:



Al recordar la figura de Tonono con ocasión de su muerte, contaba Enrique Lora algo realmente impresionante:


Tonono había cumplido su promesa hasta el último aliento de su vida.

El asombro del Káiser


El 30 de agosto de 1972 se batían cuatro plusmarcas mundiales y veintitrés récords olímpicos en una histórica jornada de natación olímpica, Pavel Nedved nacía en Cheb y John Lennon grababa Live in New York City en el Madison Square Garden. Ese mismo día Bobby Fischer y Boris Spassky terminaban en tablas la vigésima partida por el título mundial de ajedrez, Butano anunciaba el sorteo de veinticuatro Seat 600 entre todos los españoles que compraran un calentador a gas y en el Insular de Las Palmas el equipo local se enfrentaba al Bayern de Múnich. El partido, el tercer encuentro de un triangular entre la Unión Deportiva Las Palmas, el Standard de Lieja y el campeón alemán, despertó mucha expectación. No era para menos: el Bayern era uno de los mejores equipos del continente (esa temporada sería eliminado por el Ajax en los cuartos de final de la Copa de Europa, pero conquistaría las tres ediciones siguientes) y contaba entre sus filas con varios integrantes de la selección alemana que se había proclamado campeona de Europa hacía poco más de dos meses. Pero por encima de todo el Bayern era el equipo de Franz Beckenbauer.


El alemán, que ese mismo año ganaría su primer Balón de Oro, encandiló al público canario con una excelente actuación. Gran estrella de su club y su selección, por entonces todavía estaba fraguando su leyenda pero ya era una de las figuras más aclamadas en el panorama futbolístico internacional. Había ganas de ver a Beckenbauer en Las Palmas y no defraudó. El Káiser lideró a un Bayern poderoso que firmó un gran primer tiempo ante la Unión Deportiva. Solo faltaba el gol, y fue el propio Beckenbauer el que asistió primero a Gerd Müller y luego a Edgar Schneider en el primer cuarto de hora de la segunda parte. Con el 0-2 en el marcador el equipo alemán se relajó sin perder el control del encuentro pero una jugada aislada de Germán Dévora colocó el 1-2 en el marcador e inflamó la moral de los suyos, que buscaron sin éxito el empate en un emocionante final de partido que rubricó una jornada memorable en el Insular. Las crónicas de la época se maravillaron ante la demostración del Bayern y reservaron elogios selectos para Beckenbauer, abordado por una nube de entusiastas periodistas locales tras el pitido final. Cuentan que le preguntaron si se consideraba el mejor líbero del mundo y que él respondió que no lo sabía, pero que en Las Palmas había uno que era buenísimo. El partido de Tonono, fastidiando una vez tras otra los ataques del Bayern, había asombrado a Beckenbauer.

Nacido en Arucas en 1943, Antonio Alfonso Moreno, Tonono, era toda una institución en el club isleño y su fantástica actuación ante el conjunto bávaro no había sorprendido a los espectadores del partido. El público español ya sabía de qué era capaz el central canario. Como el astro alemán al que tanto impresionó, Tonono lideraba su equipo desde el eje de la zaga, respondiendo en cierta medida al mismo perfil de líbero carismático y elegante que Beckenbauer había popularizado. Con el balón en los pies el virtuosismo del canario no alcanzaba al del Káiser pero tenía sus recursos. Ofrecía una salida precisa desde atrás, siempre buscando la zurda de Juan Guedes en el eje del mediocampo, y de vez en cuando se permitía alguna cabalgata desafiante hasta la frontal del área contraria, como aquellas que desembocaron en los dos únicos goles que atestigua su carrera (frente al Atlético de Madrid y el Celta de Vigo). Fino y sereno en el trato con la pelota, hasta ahí llegaba la relación de Tonono con la estampa más característica del futbolista canario: lo suyo no era tanto atacar con fantasía como defender con eficacia. Brillante en la lectura y la ejecución de las acciones defensivas, garante de la consistencia de su equipo, gustaba de emparejarse con un central más contundente que se encargara de encimar (Paco Castellano en la Unión Deportiva y Gallego en la selección española) mientras él, cabeza erguida y ojo avizor, le cubría las espaldas y corregía cualquier desajuste donde fuera que se produjese. Uno de los mejores centrales de su tiempo, Tonono desplegaba un talento defensivo enorme y un gesto infranqueable.

Si algo definía al canario era el quite. Hoy llamamos técnica defensiva a lo que a finales de los sesenta y principios de los setenta, cuando el fútbol no contaba todavía con un campo semántico tan esclarecedor como el de hoy en día, parecía magia en los pies del central de Arucas. El atacante rival, confiado en su conducción hacia la portería canaria, perdía antes el balón que el entusiasmo por la ocasión venidera. Cuando se daba cuenta Tonono ya le había entrado y la pelota había cambiado de aires. Sin roce, sin segada, sin preaviso. En 379 partidos de liga con la Unión Deportiva, el único club que conoció como profesional, Tonono sólo recibó una tarjeta blanca (esas luego se volverían amarillas) y una tarjeta roja (en lo que las crónicas definieron como un partido “muy bronco” ante el Sabadell). Hay quien dice que, en honor a la prestigiosa marca de relojes suizos tan en boga en esa época, a Tonono le llamaban el Omega canario por la precisión de su juego. Otros justifican el mismo símil adjudicándolo a la regularidad del futbolista, fijo incuestionable en los onces de la Unión Deportiva partido tras partido, temporada tras temporada, siempre a un nivel altísimo, fiable como la alta relojería. Pero atendiendo a los relatos sobre sus quites asombrosos no se puede descartar que el apodo ahondara en el inconsciente de la afición, rescatando de entre sus referencias más enraizadas la última letra del antiguo alfabeto griego como símbolo ancestral del fin que pone límite a todas las cosas. Las jugadas del rival, como las del Bayern el 30 de agosto de 1972, finalizaban con la intervención de Tonono.

La mirada penetrante de legendario central canario se apagó el 9 de junio de 1975. Hepatitis fulminante. El jugador tenía 31 años y había disputado su último partido tan sólo nueve días atrás, un encuentro de Copa ante el Málaga. La tragedia sacudió Las Palmas y todo el fútbol español, que cuatro años antes ya había despedido demasiado pronto a otra gran figura amarilla, el capitán Guedes, a causa de un cáncer. Íntimo amigo suyo (habían compartido vestuario desde juveniles), Tonono había heredado entonces con pesar el brazalete de capitán, ilustrando de este modo la autoridad que siempre había ejercido desde el fondo de la formación grancanaria. El aruquense disputó 436 partidos oficiales en sus trece temporadas vistiendo el amarillo de la Unión Deportiva Las Palmas, con el que se paseó por Europa y estuvo cerca de conquistar la liga en la era dorada del club. También jugó 22 partidos con la selección española, a la que llegó a capitanear, y fue el canario que más veces vistió la camiseta roja hasta la irrupción de los apretujados calendarios modernos y los Juan Carlos Valerón, David Silva y Pedro Rodríguez, últimos depositarios del testimonio de aquel central isleño
que un 30 de agosto de 1972 asombró al mejor líbero del mundo.

sábado, 6 de julio de 2013

Madera de Primera

CB Gran Canaria renuncia a la Eurocup.

El Club Baloncesto Gran Canaria no estará presente en la edición 2013-14 de la Eurocup. Así lo ha anunciado a través de un comunicado donde lamenta que sus esfuerzos a la hora de la búsqueda de patrocinios de cara a la competición europea no hayan obtenido resultado. Así, desde el club aseguran renunciar a "un torneo de gran prestigio que hubiese servido de escaparate para la Isla de Gran Canaria por toda Europa" y declaran: "Es muy duro que lo logrado en la cancha no haya tenido el refrendo de la participación por un motivo exclusivamente económico y lamentamos que nuestros aficionados no puedan disfrutar de ver competir a su equipo con otras grandes escuadras europeas".

Han apuntado a la situación económica y recortes obligados del presupuesto, sin el respaldo económico suficiente para no tener "efectos negativos como los que han sufrido otros equipos en el pasado". Desde el club han señalado la falta de compromiso del Gobierno de Canarias y el Ayuntamiento de Las Palmas, además de otras empresas privadas, como principal motivo de esta renuncia, y han asegurado que continúa trabajando en la búsqueda de nuevos patrocinadores para fortalecer su estructura, además de la confianza en el traslado a un nuevo pabellón como incentivo para nuevos patrocinios.

El hombre de la gorra azul y amarilla.


Lleva varias temporadas aguantando las bromas de quienes se acercan cada tarde a merendar. Viven casi todos en la calle o en condiciones de extrema pobreza. No han tenido suerte en la vida. Debe tener casi setenta años y siempre llega con su gorra de la Unión Deportiva Las Palmas, aunque no sé cómo se llama.
Yo a esa hora paso cerca de donde ellos se encuentran y escucho lo que dicen antes de entrar a la parroquia que les ofrece esa comida vespertina que les ayuda a llegar a la noche o a bajar los efectos del alcohol de garrafón al que están enganchados muchos de ellos.
Saben de fútbol, y los mayores pontifican poniendo como ejemplo a Alfonso Silva, a Guedes o a Germán. Ese hombre lleva años aguantando burlas por su fidelidad amarilla. Ahora llega ufano y sonriente casi todos los lunes. Cualquiera que lo viera podría decir que ha sido el autor de los goles de la Unión Deportiva. No los ha marcado, pero su alegría seguro que no tiene nada que envidiar a los gritos de Vitolo o de Thievy cuando logran batir al portero del conjunto contrario. Ya no tiene que bajar la cabeza cuando le dicen que el equipo no vale un duro o que los jugadores son unos gandules. Ahora es él quien desafía a los otros exhibiendo en todo momento el amarillo y azul de su gorra de plato. Creo que es lo único que se mantiene limpio y poco desgastado en su vestimenta. Cada vez que gana Las Palmas me acuerdo de él, lo imagino viendo el partido al borde del infarto y luego saltando o maldiciendo la suerte por las calles en las que malvive tratando de encontrar cada noche un portal o unos cartones donde cobijarse.
En el fondo, casi todos sus compañeros de merienda son igual de aficionados a Las Palmas, aunque con tal de hacerlo rabiar lo llevan molestando hace años cada vez que el equipo pierde o tiene un mal encuentro
El otro día hablaba de los viejos y de su deseo de ver a la Unión Deportiva en Primera antes de morir; pero esa alegría, cuando acontece, se multiplica todavía más en quienes no tienen absolutamente nada. Ese hombre seguro que hoy anda por las calles algo aliquebrado; pero la próxima temporada volverá a cantarle las cuarenta a todo aquel que se le ocurra bromear con los colores o el escudo de su gorra.
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