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Paquito Ortiz Rivas |
Cree de manera errónea Paquito Ortiz (12 de agosto de 1969) que su
sombra se alejó de la UD Las Palmas once temporadas después de jugar su
último encuentro de amarillo (16 de junio de 2001, contra el Rayo) y
veinte de su debut en el equipo de sus amores (2 de septiembre de 1992,
frente al Arguineguín en competición de Copa del Rey). Porque la semilla
de su conducta ejemplar y solidaria, la que vieron en filiales
aquellos que ahora gobiernan el vestuario del equipo, germinó y echó
raíces. Hay mucho de Paquito en esta nueva UD Las Palmas, mucho de codo a
codo y renacer ante la adversidad. Por eso, el capitán de los noventa,
sigue más cerca de lo que él mismo considera, a pesar de que durante
2012 se nos marchó hasta Arabia Saudí donde en los tres próximos años
tiene un duro trabajo que acometer como responsable técnico de aquella
Federación.
Paquito presenta la estampa de un jugador a sus 43 agostos ya cumplidos.
Y, además, siente la ilusión de un privilegiado al poder ir a realizar
su trabajo y conocer una nueva sociedad, otra cultura que enriquece su
ser.
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Paquito en la sede de la Federación saudí, en Ryadh |
"Tenemos
mucho que hacer en Arabia", apunta. "El país es inmenso, cuatro veces
España, y los futbolistas a los que hemos de preparar están dispersos.
Tenemos además un jefe enfermo de pasión por este deporte (López Caro)
que nos insta a acometer una labor de mejora en todas las selecciones.
No tenemos objetivos concretos: mejorar cada día es nuestra exclusiva.
Ahora añadimos captación. Él nos dice que si existen buenos jugadores en
el país, que estén capacitados para acceder a la selección, tenemos que
encontrarlos donde quiera que estén. No es tarea fácil porque allí el
fútbol no es como lo conocemos en España".
Ortiz es un profesional armado de paciencia y comprende que "estamos
obligados a realizar algunos cambios para que Arabia Saudí vuelva a
tener el nivel que disfrutó hace algunos años, cuando era uno de los
países dominantes en Asia. Hemos de superar varias barreras", concreta.
"Como puede ser que la idea actual de que la base sea exclusivamente
integrada por jugadores saudíes o que los futbolistas empiecen a
competir con 13 años de edad; es un razonamiento que está relacionado
con la cultura del país pero que nos supone una desventaja por la
tardanza en llegar a la formación de los jugadores. Este es un trabajo
que lleva tiempo, por supuesto, y los resultados no pueden tener un
carácter inmediato".
Durante
años Paquito conservó una promesa de antiguos dirigentes de la UD Las
Palmas para, una vez colgara las botas, quedar vinculado a la entidad
amarilla en algunas de las funciones técnicas o en la preparación
física. Sin embargo "comprendo que el club entró en una dinámica de
cambios que afectaron a aquellos acuerdos; las personas se fueron y con
ellas también lo pactado.
Me habría gustado; en cambio gané la
posibilidad de acudir a proyectos tan ricos a nivel humano como en el
que estoy actualmente. Yo lo que quería en realidad era poder jugar con
mi equipo de siempre en Primera División. No quería llegar a los 300
partidos o tener un contrato millonario. Mi deseo se cumplió y, a partir
de ahí, decidí vivir experiencias fuera del país. Por eso elegí primero
Escocia (Raith Rovers)".
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Paquito en su etapa en Primera |
De inmediato el eterno capitán nos introduce en su mundo amarillo y
azul. Confirma que tras despedida de la UD Las Palmas renunció a dos
ofertas de Hércules y Elche para seguir en España porque "como digo
había alcanzado mis sueños". Paquito es una rara avis en el fútbol
actual; de esos que soñaban con jugar con un solo escudo y una sola
camiseta. Y eso que sus comienzos fueron titubeantes, incluso cuando era
jugador del CD Maspalomas. "Un día me dijo Paco Castellano, que era mi
entrenador en el Maspalomas, que estuviera atento porque me iban a
llamar de la Unión Deportiva. Estaba algo sorprendido porque nunca
destaqué en mis equipos ni me imaginaba jugando en un club como Las
Palmas".
Sin embargo aquella oportunidad le llegó empezando en Segunda
División B y a las órdenes de Álvaro Pérez Domínguez. "Quedé
impresionado del nivel que había entonces en el equipo. Verona y Rafa
eran dos jugadores impresionantes. Me costó entrar al principio y me
cambió mi papel en el terreno de juego".
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Con el colombiano René Higuita en tierra saudí |
Porque
Paquito llegó a la UD Las Palmas precedido de varios detalles técnicos
de interés; uno de ellos se refería a su condición de especialista en
los lanzamientos de faltas. Cuando le recordamos este apéndice de su
curriculum se echa a reír. "Pero es que en Las Palmas todo era
diferente. Fui a tirar mi primera falta en un partido y en aquel
momento, alrededor del balón, estaban Pedro Luis -que empujaba a los
demás para lanzar él-, Verona, Socorro y hasta Dragan Skocic. Todos se
preparaban para el lanzamiento. Y me dije: ¿a dónde vas?. En adelante
fue siempre igual y, aunque alguna vez lancé, nunca marqué gol así con
la Unión Deportiva".
Ese gesto sencillo era un botón de muestra de la personalidad de
Paquito, siempre al servicio del grupo y en pos del lucimiento de un
compañero. Se integró en aquella su primera temporada en un equipo que
deleitaba porque "aunque estuvimos en Segunda B, Las Palmas hizo un
fútbol muy bonito esa temporada, con la mayoría de sus jugadores
canarios. Solamente estaba en la plantilla Dragan y más tarde Enrique
Cuxart, que vino para la segunda vuelta y liguilla". Ortiz tiene una
alta consideración sobre el juego de aquel ‘tractor amarillo' del 92 que
"posiblemente fue el más vistoso de mi etapa. Aunque sería injusto si
no recordara algunos momentos con Iñaki Sáez y también la temporada de
García Remón, donde el equipo hizo una gran campaña sin el premio del
ascenso".
Pasado este tiempo, el capitán tiene claro que el final de la
liguilla contra Alavés, Salamanca y Baracaldo supuso "mi mayor decepción
profesional. Se habían creado muchas expectativas y nadie estaba
preparado para que el equipo se quedara aquel año sin el ascenso, máxime
por el espectáculo previo que había mostrado. Cuando digo nadie me
refiero a la plantilla, a la afición, al consejo de administración y a
la propia prensa. Fue el palo más duro de todos".
Sin embargo "he de confesar que me siento muy orgulloso de haber
peleado durante cuatro temporadas en Segunda B, luchando por el retorno
del equipo. Me siento orgulloso de volver a levantarme cada temporada y
empezar de nuevo hasta conseguirlo. Por ello, mi mayor alegría
profesional fue el desenlace del partido de Elche (1996), más incluso
que subir a la Primera División. Aquel ascenso fue no sólo un éxito
deportivo y una reclamación popular. Se convirtió en una liberación
emocional de toda una plantilla de jugadores, en su mayoría canarios,
que habían sufrido durante cuatro temporadas el destierro. A ellos se
unieron futbolistas como Eleder -que acabó con un pómulo hinchado en el
partido-, Asier, Espejo, Eloy, Ángel, Toni, ... y no quiero olvidar a
ninguno, que se integraron de pleno entre nosotros y lo sintieron como
si hubiesen estado en el club desde el principio. Fue una alegría muy
inmensa la que sentimos aquellos días".
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La formación del ascenso de 1996, frente al Elche: Socorro, Eleder, Espejo, Manolo, Toni y Ángel (de pie), Eloy, Asier, Jaume, Orlando y Paquito (agachados) |
A la par, en su consideración personal como éxitos puntuales, valora
Paquito la llegada del equipo hasta las semifinales de la Copa del Rey
frente al Barcelona. "Hicimos cosas importantes contra el Valencia y el
Español. Fueron emociones especiales. En todas las temporadas hubo
momentos bonitos y otros desagradables, pero me quedo con esas tandas de
penalties en el Heliodoro, cuando eliminamos al Tenerife, y más tarde
en Valencia. En ambas participé y acerté. El día de Valencia, además, le
hice dos goles a Zubizarreta porque el primero del 0-2 fue mío. Luego,
ya saben: la gran jugada de Orlandito. Pero en la tanda de penalties,
cuando me tocó el turno, iba caminando desde el centro del campo
pensando que Zubi tenía fama de no parar ninguno y que ese día me lo iba
a detener a mí. Por ello decidí lanzar fuerte, lo hice casi con un
resbalón; y fue imparable. Anotamos los cinco lanzamientos aquel día. La
alegría del vestuario aún la tengo presente".
"Siempre recuerdo que llegué al club en la peor época de su historia,
después de haber descendido a Segunda B. Pero me tocó disfrutar la
remontada completa", comenta. No fue, sin embargo, un ascenso completo
el de 2000 con Sergio Kresic porque unos días antes su padre había
fallecido. "Fue una alegría muy triste para mí; de hecho pedí permiso al
club para no acudir a las celebraciones porque no estaba con ánimo para
ello".
Paquito había remado desde el primer día, desde 1992 a 2000, para
llevar a Las Palmas a la Primera División. Sin embargo, no fue hombre en
el que Sergio Kresic depositara la confianza que sí le habían otorgado
otros entrenadores. "Pero no le guardo rencor, por supuesto. Tenía sus
ideas y funcionaban; hay que respetar los criterios de los entrenadores.
Yo estaba en la plantilla para sumar", puntualiza. "Se puede ayudar
muchísimo desde dentro y entendí que ese era mi cometido aquel año. No
me cogía de sorpresa lo ocurrido".
Le ponemos en un compromiso cuando le interrogamos por el entrenador
que más rendimiento pudo haber obtenido de sus facultades. "Es que ni yo
mismo sabía de qué jugaba. Menos de delantero centro hice de todo en la
Unión Deportiva. Llegué como media punta, pasé a un extremo, luego en
el pivote, más tarde como lateral derecho y acabé un día jugando de
portero, contra el Leganés".
Sin embargo, admite que "'Alvaro Pérez me sacó muchísimo rendimiento,
me otorgó varios cometidos a lo largo de la temporada y lograba
adaptarme bien". Más adelante también comenta que "Pacuco Rosales acertó
a encontrar mi mejor posición en el campo, actuando por la banda",
mientras relata que "cuando llegó Iñaki Sáez me pasó un hecho curioso:
Separó a los jugadores por sus demarcaciones y yo me quedé con los
centrocampistas. Y él me dijo que debía ir con los defensas".
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Paquito, con el portero italiano Walter Zenga, en Arabia Saudí |
Pero el momento de mayor realce en ataque lo encontró con Mariano
García Remón en el banquillo porque "me daba libertad a meterme por
dentro buscando posiciones para rematar o acompañar. En aquella
temporada era muy fácil para mí hacerlo ya que tenía a mi espalda a
Manuel Pablo. Y eso era una garantía porque con él siempre teníamos
tiempo para recuperar la posición. Disfruté muchísimo jugando al fútbol
ese año teniendo un guardaespaldas perfecto".
Paquito repasa sus actuaciones personales y encuentra un factor común
contra un mismo adversario, el Alavés, aquel Glorioso club que le había
amargado en las liguillas de 1993 y 1994. "¿Mis mejores partidos?.
Cuando le ganamos 4-0 al Alavés, el día del célebre gol del Turu
sentado. Venían de eliminar al Real Madrid en la Copa y a nosotros nos
salió un partidazo, con jugadas muy bonitas, goles y ocasiones. El otro
encuentro con el Alavés que tuve una actuación muy buena fue el día del
debut de Samways, cuando lo expulsaron a los diez minutos (por agresión a
Serrano). Tuvimos que multiplicarnos para empatar el partido. Ese día
hice un gol de esos con un chut desde fuera del área. Fue una gran
satisfacción puntuar en aquellas condiciones".
Siente Paquito una admiración personal a "Orlando Suárez", al que
considera el mejor jugador con el que ha compartido equipo. "Es el
futbolista más inteligente que he visto. Lo tenía todo a pesar de que no
era rápido, pero jugaba de espaldas a la portería como nadie y todos
los que estaban a su alrededor se convertían mejores futbolistas. El
Turu Flores se aprovechó muchísimo de su trabajo, porque era otro
deportista con mucha inteligencia en el terreno de juego. A Orlando no
le hemos valorado como merecía".
Detalla Ortiz también al jugador foráneo que le marcó entre todos
aquellos a los que conoció de amarillo: "El inglés, sin duda, era
extraordinario. Además me tocó conservar una gran relación con él, que
aún perdura. En el campo Samways demostró una gran valía profesional,
con una sabiduría excepcional y una entrega a la camiseta que era
ejemplar. Cuando viví en Escocia comprendí su temperamento y su manera
de interpretar el fútbol. Él no entendía por qué cada vez que iba al
club a solucionar algo le decían que volviera mañana. No puedo
olvidarme", añade, "del Turu. El día que vino nos dejó a todos
asombrados. Lanzó faltas primero con la pierna derecha, todas precisas y
con contundencia. Luego se fue al lado opuesto y las lanzó igual con la
izquierda. Deslumbró a la plantilla desde el primer momento. Tenía
muchas virtudes como delantero. Parecía que no llegaba a los balones
pero marcaba desde todos las posiciones, con cualquier tipo de remate.
Fue un placer jugar con él y con otros a los que ahora no estoy
nombrando".
"Y
dime: ¿es tan rápido Thievy?". Paquito tiene que informarse
también. El diez de enero puso rumbo a su destino profesional con sus
pensamientos en amarillo. 2013 es apasionante para él y, desde
la distancia, quizá también pueda celebrar eso que de vez en cuando se
convierte en el apoteosis para los grancanarios. "Espero poder verlo. Hasta
ahora sólo he visto televisado el partido del Betis; ojalá sea nuestro
año".
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